Frutos que nutren
- María Camila Pulido V
- 8 jul
- 2 Min. de lectura
¿Qué más puedo hacer que inventarme mi propio mundo y encerrarme en el? Así ha hecho la tierra en el unvierso. Aunque hacemos parte de todo, vivo mi experiencia individual, como la voy sintiendo. Y lo que siento son estacionanes. Ahora estoy en otoño y la semilla que ya ha germinado, necesita renovar brotes y retoñar de lo viejo. Y me riego sola, me voy regando porque el agua sale a torrentes y aunque la tierra se esté secando, en mi interior presiento un jardín.
Dejé de preocuparme por el destino y de obligar a la vida a mis motivos. ¿Cómo obligo a un roble a anvanzar su crecimiento? Las raíces son el camino más bello, aunque se encuentre a oscuras. Está lleno de vida y prosperidad. Al menos sé que plantada no me voy a quedar, tanto suelo fertil por donde andar. Hay que ser espora. Hay que cambiar. Podrirme no es una opción, mis frutos están hechos para nutrir.
Más allá del destino, de la ilusión y la idealición, de la imaginación, más allá del más allá, está algo que se encuentra bien acá. Tan simple y resplandeciente. Así vaya en un cohete hacia el sol, no llegaré nunca a su núcleo si me limito al metal. Tantos astros y dioses y todo lo que compone el cosmos, tanta actividad ocurriendo en otros planos, tanto por explorar que nos espera. Los asuntos de este mundo sanarán, llevan su curso irremediable y solo queda surfear, observarlo y ser testigos de aquello.
Escribo esto y en mi mente hay una voz masculina narradora. Pareciera Julio Cortázar, siento sus poemas en mi pecho, como si las mariposas buscaran la libertad y ¿cómo no jugar con el tiempo siendo artista? ¿Cómo no desdoblar la mente y exponer el subconsciente? La psiquis busca su camino entre canales obstruidos y cuando por fin encuentra un rinconsito para desfogarse, se exprime para alcanzar lo más profundo posible.

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